A la mayoría les va el rollo

La promiscuidad de Ramón

Episodio tres

La historia hasta ahora: Ramón se despierta de la siesta en casa de Mariano y vuelven a hacer el amor. Sin embargo, los miedos, la falta de sinceridad y el desconocimiento total para Ramón de lo que es una relación sentimental entre hombres, concluyen con una despedida fría.

Va a visitar a su madre y esta, por lo bien que le conoce, le pregunta cómo le va en su matrimonio. Cuando le dice que bien. Su madre se sincera con él con el desastre que es su matrimonio y lo absurdo que lo ve todo. Hasta llega a sospechar, como ve a su hijo más feliz, que tiene a otra.

Ramón se lo niega, pero la mujer no está muy convencida. Se salva  de dar más explicaciones por la llegada de su hermano con su familia.

21/08/12  08:30

(Ramón sigue recordando ante el espejo todos los pormenores de su relación con Mariano)

Aquel domingo de Julio fue de lo más contradictorio. Había pasado prácticamente  todo el día con la persona que (muy a mi pesar) estaba descubriendo que amaba: Mariano. No obstante, por lo que pude intuir, la excepcional circunstancia me había puesto más feliz  de lo habitual y  mi madre (a quien no se le va una) se percató de ello comenzando a indagar sobre el motivo de aquel cambio en mi estado de ánimo. Aunque la llegada  de mi hermano David con su familia,   me exonerara  de  tener que dar las  explicaciones pertinentes, conociendo lo pertinaz que es la buena señora, en cuanto tuviera ocasión volvería a insistir con la dichosa cantinela. Tenía claro dos cosas: ni la podía engañar porque se daría cuenta de ello, ni le podía contar la verdad, pues ni yo mismo estaba preparado aún para afrontarla.  

Aterrado ante el cumulo de mentiras  en el cual se  estaba transformando mi vida, pasé la noche en vela intentando ordenar mis ideas, buscando una puerta al callejón sin salida en el que me estaba internando cada vez más. No quería prescindir de mi familia, no quería renunciar a “la relación” con mi amigo… Cualquier decisión que se me ocurría, no solucionaba nada. Me sentía como una especie de súper héroe al uso previendo un plan de escape, en  el caso desafortunado que se descubriera su identidad secreta y en este caso, era  la Tía May quien se disponía a descubrir quien se ocultaba bajo la máscara de Spiderman.

Me sentía mal conmigo mismo por haber sucumbido al sexo con Mariano, pero contradictoriamente era de las pocas cosas que  en aquel momento  daban sentido a mi malograda vida. No obstante, esconder mis sentimientos  no había sido nunca una de mis habilidades y, o empezaba a aprender a hacerlo, o mi mundo particular se vendría abajo. ¿Podría soportar la mirada de mi madre cuando supiera lo que estaba haciendo? Es más, ¿podría seguir mirándome al espejo cuando todo saliera a la luz? Pues si hay algo que tenga las patas muy cortas, son las mentiras.

Sobre las diez, llegó Elena con las niñas, descargamos el equipaje de la playa y nos fuimos para casa de mi madre. Allí mi hermano y su familia lo tenían todo listo para marcharse y cedernos el  “testigo” del cuidado de  nuestra madre.

Alba y Carmen nada más llegar se volcaron en colmar de atenciones a su abuela enfermita, no solo la atiborraron de besos, sino que le contaron una y otra vez todo lo que había hecho en Fuengirola y lo bien que se  lo habían pasado, mi progenitora encantada de la vida con sus nietas se olvidó por completo de la conversación que teníamos pendiente.

Aquel turno  se presentaba de lo más aburrido, nos habían asignado la zona de Nervión y, salvo algún incidente menor (prostitución callejera, algún hurto o niñatos de botellona…) era un barrio muy tranquilo, si a todo eso se le añadía que era lunes por la noche, el servicio se me antojaba de mil y una conversaciones para arreglar España, el mundo y el resto del universo conocido.   

Mi compañero en aquel entonces era Vladimiro, un tipo de unos cincuenta años, divorciado y más caliente que el pico de una plancha. Vladi, pues así es como gusta que lo llamen, es un tipo bastante alto (me puede sacar unos diez centímetros) y bastante corpulento. Pese a su edad, se mantiene bastante en forma y todavía hay constancia en él del deporte practicado a lo largo de toda una vida. Si a eso le unimos una pelambrera morena sin ninguna cana, el tío aparenta unos cuantos años menos (Aunque de esto último, por mucho que él lo niegue,  yo tengo mis serias sospechas de que su color sea natural, sino más bien teñido).  

Pese a que no es mal parecido y que su apariencia de tipo duro le hace tener cierto éxito entre las féminas, su mal carácter con una copita de más, da como resultado que, frecuentemente, las mujeres se alejen mucho más rápido de lo que se  acercan.  La verdad es que cuando no lleva el uniforme, más que un miembro de la seguridad  del estado, parece un matón venido a menos. Entre sus muchas “cualidades” cuenta con la de ser un jeta integral que solo busca su propio beneficio,  motivo por el cual la mayoría de los compañeros no lo soportan,  no obstante yo era de  la opinión de que  como siempre había sabido ponerlo en su sitio, no había tenido demasiados problemas con él. Además, no sé porque extraña circunstancias, yo a él le caía bien y era una baza que jugaba a mi favor en nuestro día a día.

Normalmente sus  conversaciones se limitaban a tres temas: al futbol, los putos recortes y lo buena que estaban  las tías. Pero como desde que “mi Betis” había ascendido a primera, como buen Sevillista  que era, había dejado aparcado temporalmente el tema del futbol y solo se limitaba a hablar del poco dinero que tenía gracias a los ajustes del gobierno, de lo mucho que le gustaba follar, de lo poco que lo practicaba desde que se divorció  y de lo caliente que estaba.

—… últimamente con la mierda de la pensión de mi mujer, no me queda pasta ni para irme de putas, tengo la polla  como un puto adolescente, con los dedos marcao de tantas pajas que me hago…

Aparté levemente la mirada de la carretera y le respondí con una forzada sonrisa, Vladi se tuvo que dar cuenta de que se estaba poniendo un poquitín pesado y se quedó callado durante unos segundos, pero como el silencio y mi compañero eran incompatibles, rápidamente, volvió a emprender su interminable parloteo:  

—¿Oye a ti que te ha pasado con el nuevo?

Lo miré con cara de no entender a quien se refería.

—¡Israel, el madrileño!

—Algo que solo le importa a él y a mí —respondí en un tono bastante cortante y seco.    

El mutismo volvió a mi compañero,  quien se quedó un poco cortado ante mi respuesta, pero no cejando en su empeño, prosiguió metiendo el dedo en la llaga:

—Hombre, tampoco es para que te pongas así… El chaval me ha contado lo que te pasó con él y no lo veo para tanto.

Uno está curado de espantos y no se asusta de nada, pero oír que Israel había comentado por ahí lo sucedido a la salida del gimnasio me puso de mala hostia, `¡y a quien fue a decirselo, nada menos que al bocazas del Vladimiro, la indiscreción personificada!

—¿Qué te ha dicho el niñato ese? —Mi voz sonó cargada de furia.

—Nada… Lo que pasó…

—¿Y qué fue lo que pasó según él?

—Pues que te invitó a que te follaras a Rodrigo, su putita, y tú te pusiste a gritar  como un energúmeno…

La familiaridad con la que mi compañero hablaba de aquel tema, hizo que pusiera las “antenas” tiesas, se me hacía extraño y además impropio de Vladi, quien podía ser cualquier cosa menos una mente abierta y tolerante. Lo seguí escuchando en silencio, aguardando oír hacia donde encaminaba la conversación.

—…el muchacho lo único que te estaba invitando era a un desahogo baratito, que el tal Rodri además de tener un culito tragón, la mama de vicio.

Despegué la vista un momento de la carretera y lo miré de reojo, estaba a punto de preguntarle cómo diantres sabía aquello, cuando sus palabras me dieron la respuesta.  

—…las dos semanas que lo tuve de compañero, el chaval cogió bastante confianza conmigo y me contó lo que te había pasado con él…Yo le dije que no te echara cuenta, que eres buena gente pero muy convencional y chapado a la antigua, ¡que ya se te pasaría!…

La retahíla de mi compañero no tenía desperdicio, no solo quitaba importancia a un tema tan espinoso como el mariconeo, sino que encima me tachaba a mí de tener la mente cerrada. Si  la curiosidad por saber todo lo que tenía que contar no me hubiera carcomido, le habría soltado dos buenas frescas.

—…a mí las visitas al mariconcillo ese me están viniendo de puta madre, ¡pega unos lavados de cabeza que quitan el sentio!Su culo no es un chocho, pero para un alivio  bien me vale.

No daba crédito a lo que estaba oyendo. Vladi no solo estaba admitiendo,  sin perjuicio de ningún tipo, que había accedido a la proposición de Israel, sino que reconocía abiertamente que le había gustado. No sabía si enfadarme, si echarme a reír…

—…tenías que haber visto la cara que se le quedo a la putita de Israel cuando me vio llegar con él a su casa. Al principio, al vernos a los dos con el uniforme, pareció que se jiñó un poco, pero nada más que el Isra le dijo que yo iba para lo mismo que él, el muy maricón se abalanzó a mi polla, al ver lo bien que calzo,  me saco la churra y me hizo una mamada allí delante del madrileño…

He de reconocer que pese a lo incomodo que estaba ante la actitud de mi compañero, escucharlo hablar con tanta desenvoltura de sus escarceos homosexuales me tenía atónito y en vez de pedirle que se callara de una vez por todas, permanecí en silencio dándole a entender que me interesaba sus batallitas.

—…se la tragó entera de golpe, a los pocos segundos sus babas me resbalaban por los huevos…

Sin querer me deje envolver por la chabacana historia y comencé a imaginarme la polla de Vladi empapada de saliva y el sumiso muchacho tragándosela en toda su plenitud…

—… Israel al darse cuenta que como siguiera así me iba a correr, le pegó un tirón de la cabeza y le dijo: “Cabrona no le saques la leche tan pronto, que te tenemos que partir el culo antes”…

Escuchar como mi compañero me relataba como se follaron a  Rodri, hizo que mi subconsciente me traicionara y mi entrepierna comenzó a crecer de forma palpable.

—¡Quillo, tu mucho rollo con cabrearte con el chaval y todo eso, pero el bultaco que se te ha puesto, no es porque no lleves el arma reglamentaria en el bolsillo ! —dijo señalando mi bragueta, a la vez que se reía maliciosamente.

No pudiendo negar lo obvio, carraspeé sutilmente y en un tono recio  le dije:

—No te voy a negar que escuchar hablar de follisqueo me pone burro, pero Israel está soltero y tú, divorciado.

—…¡Y tú estás casado! ¡Cojoncito ciego, yo también he estado “cazado”, he disparado la escopeta por ahí y de las perdices que he matao  nadie se ha enterao!

Aprovechando que estábamos en un semáforo, clavé mi mirada en él e inspeccioné su rasgos, no sé porque jodido interés particular me había contado aquello, pero a pesar de la chulería de su expresión, intuí que no tenía dobles intenciones, sino que buscaba algo de mí y si en aquel momento hubiera averiguado de lo que se trataba, no hubiera podido reprimir las carcajadas.

—¿Quiénes son los que conocéis   el “tema” del niñato ese?

—Israel y yo solos, —la voz de Vladimiro sonó contundente— a mí me lo contó cuando le metí los dedos para preguntarle porque te habías cabreado con él. Le dije que si no le importaba, a mi gustaría visitarlo y ya he ido a su casa tres veces.

—¿Qué vas solo?

—No, el muy maricón parece que está enamorao del Isra, y como no sea con él delante no traga ni de coña.

Me quedé un momento pensativo, Vladi era cualquier cosa menos el prototipo de gay e Israel tres cuartos de lo mismo. Si a ellos le gustaba follarse el culo de un tío, ¿por qué no me iba a gustar a mí?  Es más, puede que la falta de sexo  con mi mujer me estuviera nublando las entendederas y, lo que yo creía enamoramiento, no fuera nada más que un sentimiento de afecto o amistad mal interpretado  y puede que  todavía hubiera una  “solución” para mí.

—Entonces, ¿te animas a venir con nosotros?

—¿Al chaval no le importará que yo vaya?

—No, estará encantando de conocerte—al decir esto mi compañero sonrió astutamente, como si maliciosamente me ocultara algo.

—¿Qué día tenéis pensado ir?  —proseguí preguntando sin darle mayor importancia a lo que Vladi se guardaba.

—El jueves, es el día que el chaval libra en el bar en el  que trabaja.

Continuará en: “ Una perrita muy sumisa”

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